La banca abierta suena a contradicción en sus términos. ¿Cómo puede la banca, que se basa en los procesos más seguros y protegen nuestros datos más privados y sensibles de los delitos financieros, alinearse con la idea de apertura, intercambio y accesibilidad?
Pero a medida que ha crecido el número de usuarios de banca digital, se prevé que alcance los 80 millones solo en EE. UU. para 2028, frente a 52 millones en 2023, también ha aumentado la complejidad del ecosistema de servicios financieros. Accenture informa que el 73 % de las personas contactan con varios bancos además de su banco principal, mientras que el 58 % ha comprado un servicio o producto financiero de un nuevo proveedor en los últimos 12 meses.
Los clientes están aprovechando con avidez la amplia gama de productos bancarios y servicios financieros que pueden ayudarlos a gestionar mejor sus finanzas y a hacer que su dinero rinda más. Y en la última década, la banca abierta ha surgido como una forma de facilitar las cosas al ofrecer a los consumidores un mayor control de sus datos financieros. Los consumidores ahora pueden optar por transferir esos datos entre bancos y proveedores de servicios financieros y cosechar los frutos de productos bancarios más personalizados y una visión consolidada de sus finanzas. Así es como funciona.
¿Qué es la banca abierta?
Como su nombre indica, la banca abierta es, literalmente, abrir los datos cerrados que tradicionalmente conserva cada banco y dentro de él. Los clientes pueden dar su consentimiento para compartir datos financieros seleccionados, como su historial de transacciones, con proveedores externos de tecnología financiera a través de las API de su banco, generalmente con permiso de solo lectura.
La regulación bancaria abierta existe para abordar los problemas de privacidad de los datos de los consumidores. Los proveedores externos deben estar autorizados por un organismo regulador pertinente, una Autoridad Nacional Competente, o ANC. Pero dado que la banca abierta es una innovación relativamente nueva, los países se encuentran en diferentes niveles de madurez en lo que respecta a esta infraestructura reguladora.
En el Reino Unido, por ejemplo, donde la participación de los bancos en la banca abierta se hizo obligatoria en 2018, las empresas fintech pueden inscribirse en el Directorio de Banca Abierta de la Autoridad de Conducta Financiera. En los EE. UU., por otro lado, la Oficina de Protección Financiera del Consumidor (CFPB) solo ha propuesto una aplicación equivalente en 2023, lo que significa que la implementación de API de banca abierta es voluntaria e incoherente.